En el Hospital


Las últimas tres semanas hemos ido un poco de cabeza. Paula se ha traído a casa uno de esos virus con los que convive en la guarde de manera habitual, y que de vez en cuando, se vienen con ella sin permiso y sin invitación a hacernos un poco la vida imposible durante días.

El papá burbujita también ha estado de médicos, con pruebas y más pruebas, como ya contábamos hace unos cuantos post.

Y para rematar, mi sobrina ha estado ingresada dos semanas, intervenida de peritonitis, pasando por una infección importante que nos ha tenido a todos con el pensamiento todo el día en esa habitación en la que se encontraba, del hospital a casa y de casa al hospital. Ya adelanté en esta entrada, en la que hablaba de la NO conciliación con la que vivimos, que con todo este lío había pensado en varias cosas, que escribiría en otro post. 

Y aquí estoy, contando lo que he visto y oído estos días con la hospitalización de  la sobri.

Es un post optimista y esperanzador, por todo lo que hemos vivido, en momentos que ya llevan bastante carga de estrés, miedo, cansancio e incertidumbre, como para añadirle una dosis extra de todo ello, derivado del trato al niño en el hospital.

Todo comenzó cuando al nacer mi pequeña Paula, tuvo que quedar dos días y medio ingresada en la unidad de neonatología por bilirrubinemia, o bilirrubina alta para entendernos mejor. Quedé traumatizada, después de tres días sin parar de llorar, por no poder permanecer 24 horas con mi bebé recién nacido. Por eso, cuando ingresaron a mi sobrina y vi que mi hermana y mi cuñado podían estar a todas horas acompañándola, salvo raras excepciones en momentos muy puntuales, empecé a recordar y a leer de nuevo información sobre los derechos del niño hospitalizado.

Ojalá hubiese sabido más sobre el tema en ese momento, más sobre lo que podía reivindicar como derechos que me pertenecían, que nos pertenecían a los tres.

Ya es demasiado dolorosa para cualquiera la estancia en un hospital, el estar enfermo, el no poder seguir con tu día a día, con tus actividades habituales, pero cuando le toca a un niño es totalmente descorazonador. Es una situación de total indefensión para ellos, de incertidumbre por no entender lo que les pasa y el por qué les hacen daño, por qué ahora no están papá y mamá, y a cambio están continuamente en una cama con ese pijama tan feo y sin sus juguetes, sus libros, sus cosas en definitiva.

Pero lo que he visto estos días atrás no se parece en nada. ¿Sigue doliendo?, por supuesto, me partía el alma ver a mi sobrina enganchada todo el día a sus 3 ó 4 vías, su drenaje, sus pinchazos... pero por suerte, la situación se puede mitigar bastante.

He visto que papá, y sobre todo mamá (por circunstancias laborales), le acompañaban en todo momento, que se le trataba con cariño y respeto, explicándole paso a paso cada cosa y cada tratamiento que tenía que recibir. Habitaciones con dibujos; doctores con artilugios que utilizan en su día a día adornados y de colorines; pasillos llenos de trabajos y dibujos que los mismos niños cuelgan y regalan a sus enfermeras; salas de juegos, de informática; un aula escolar con profesor que les ayuda a no perder sus clases y a su vez a no estar todo el día postrados en la cama; payasos que vienen a la habitación a alegrarles la tarde y hacerles reír; espectáculos de magia...

Como decía, todo esto no hace que disminuya el dolor que te produce verles pasar por una enfermedad prolongada, una operación o un simple análisis de sangre, pero sí ayuda de forma increíble a mitigar la sensación de indefensión de la que hablaba al principio, las faltas de respeto y de sensibilidad que me parecen determinadas actitudes adultocéntricas que he podido ver en otros hospitales y centros.






Como en casi todo en la vida, hay profesionales para todos los gustos y colores, pero tengo que decir, que la norma general es que en el Hospital 12 de Octubre de Madrid, están comprometidos con el respeto a los derechos que todos los menores tienen desde el momento que entran por la puerta del hospital.






Estos son los derechos del niño hospitalizado, redactados en la carta europea del 13 de Mayo de 1986. Y por tanto los que podemos y debemos reivindicar siempre que por desgracia nos veamos en situación de tener que hacerlo.



El texto publicado en este folleto, en el que han colaborado niños, es una versión de lectura fácil, dirigida a
la infancia, sobre la Carta Europea de los Niños Hospitalizados. El texto original y completo es posible
consultarlo en el siguiente enlace, junto con otros documentos de interés:

http://www.pediatriasocial.com/documentos.htm

Si mucha gente es conocedora de estos derechos, espero y confío en que llegará el día que no se tolere algo diferente. Que en todos los hospitales donde se ingresan a niños y niñas, se hagan respetar todos y cada uno de ellos.





Elegir la guardería.


La experiencia es un grado, ahora lo puedo asegurar...

Recuerdo haber recorrido todas las guarderías cercanas a casa (privadas..., puesto que las públicas no se adaptan a los horarios laborales actuales...). Digamos en un radio 'aceptable'... valorando la proximidad al domicilio, buscando que el recorrido fuese el menor (sobre todo de cara al frío invierno), pensando además que así sus compañeros de guardería serían también sus amigos del barrio...

Recuerdo cada entrevista que mantuvimos, previa cita, con los diferentes gerentes (mujeres por lo general), de estos centros educacionales. Entrevistas muy diferentes donde, en principio, todo son buenas y tranquilizadoras palabras. Te explican las pautas y reglas básicas por las que se rigen y el funcionamiento de la cocina mientras te van calculando la cuota mensual...

Recuerdo haber estado en todas aquellas escuelas infantiles... miraba con ahínco los pequeños detalles que, al parecer, tanto debíamos tener en cuenta: aulas limpias, amplias, aseadas... Ventanas y enchufes fuera del alcance de los niños, escaleras protegidas por barreras de seguridad, mobiliario sin cantos vivos...

Recuerdo, que además del trauma que supone la separación física se une la preocupación por la atención que recibirá en el centro donde pasará gran parte del día y la carga económica que ello conllevará... Esto hace plantear muchas dudas e inquietudes... ¿cuántos cuidadores estarán a su cargo? ¿cuántos compañeros tendrá en clase?... a parte de las propias inseguridades que esto te plantea como padre... ¿estaré obrando bien? ¿esto es lo mejor que puedo hacer? ¿es necesario?



Ahora me doy cuenta de otras tantas cosas que pasamos por alto y que quizás sean mucho más importantes a la hora de escoger:

No recuerdo información clara: Hay puntos comunes a todos los centros. Muchas veces, por falta de información nos pasan factura: 'Tendrá un cuidador y una persona auxiliar de apoyo (común a todas las clases). Compartirá la clase junto a otros 7 siete compañeros...' (y ya nos parecían muchos...)
Pero esto solo es válido para menores de un año, la verdad es esta:
- En el caso de niños menores de 12 meses, 8 niños por clase.
- Si tienen entre uno y dos años, 20 niños por clase.
- Si ya tienen entre tres y seis años, 25 niños por clase.

No recuerdo haber conocido a su cuidador. Está muy bien entrevistarse con la dirección de centro, pero el día a día se batalla con el cuidador asignado, ¿será una persona alegre? ¿dedicada? ¿tiene paciencia y es competente en su trabajo?.

No recuerdo haber dejado claro cosas que ahora entiendo básicas:

¿Duermen todos juntos o por grupos?
¿Qué hacen cuando un niño no quiere dormir o se despierta antes de hora?
¿Qué hacen si un niño llora? ¿Es atendido y cogido en brazos?, ¿le dejan llorar y ya se le pasará?
¿Tapan a los niños con sabanitas o mantas en invierno? ¿Ahorran en calefacción?
¿Usan algún tipo de hamaquitas, los tienen en el suelo?
¿Pueden entrar los padres a las clases o deben quedarse fuera esperando a que te saquen al crio hasta la puerta?
¿Cuáles son los procedimientos en caso de emergencia? ¿Qué pasa si mi hijo se pone enfermo en la guardería?
¿Titulaciones de los profesionales que trabajan en la escuela?
¿Me permiten que lleve la leche materna en un biberón y ellos se la calientan al baño Maria?
¿Cómo se hace la adaptación en el centro? ¿Te permiten estar?
¿Disponen de menús para alérgicos?
¿Que tipo de material que usan?. ¿Alguna metodología?
¿Utilizan silla de pensar o pegatinas o alguna cosa así?
La comida, ¿es propia? ¿facilitan los menús para saber qué comen?
¿Días de vacaciones en los que cierran, puentes etc...?
¿Qué metas tienen en cuanto autonomía y conocimientos de los niños?
...
En definitiva...
¿Porqué no se informa correctamente a las familias en temas tan trascendentales?
Las guarderías conocen de sobra estos y otros muchos casos que son dudas comunes de padres y madres a lo largo de los años... ¿Es que lo único que importa es que pagues la matricula para llenar su cupo?


¿Concilia... qué?

Eso, ¿concilia... qué?...

Con esto de tener a la sobri ingresada en el hospital desde hace ya más de una semana, me ha dado por pensar en varias cosas que tienen que ver con la hospitalización de los más pequeños. Unas, las que me ocupan en este post, y otras de las que hablaré en otra entrada para no alargarlo mucho.

Mi madre, es decir, la abuela de la niña, tuvo su permiso correspondiente de tres días (que son dos por ley, ampliado a tres por convenio) por la hospitalización de su nieta, o sea, familiar de segundo grado de consanguinidad. Y a mi hermana, la madre de la criatura, por su primer grado de consanguinidad correspondiente... ¿qué cuánto en este caso?... pues ¡los mismos tres míseros días! que se dan hasta el segundo grado (recordemos que siguen siendo dos, ampliados a tres por su convenio).

La verdad es que nunca me había parado a pensarlo. No había tenido la necesidad afortunadamente. Ahora que se nos ha dado el caso en la familia, lo pienso y me dan escalofríos. Mi hermana ha podido cambiar una semana de vacaciones que se había dejado para las navidades y la ha añadido a los tres días que por convenio le corresponden. Aún así, el viernes finalizará este período. Y como la cosa ha sido complicada y todavía le quedan días de estancia en el hospital, cruzaremos los dedos para que el fin de semana le den el alta, porque si no, ¿cómo se supone que actúa una madre?. ¿Se va a trabajar su jornada de 8 horas dejando a su hija sóla en el hospital con 11 años?.

Francamente, no me parece viable. Un niño ingresado debe estar acompañado por sus padres. Para empezar, si en un determinado momento surge una complicación y hay que intervenirle o hacerle cualquier prueba de inmediato... ¿Quién la autorizará?. No pueden intervenir de forma urgente, tanto si es una prueba médica como una operación quirúrgica, a un niño pequeño sin la autorización de mamá, papá, o en su defecto su tutor legal. ¿Qué pasa entonces?.

Sé que existe una baja para uno de los dos padres trabajadores, cuando el niño padece cáncer u otra enfermedad grave. Lo que no sé es si se ha hecho un listado con las enfermedades que sí son graves y las que consideran que NO lo son. Pero claro, si mi hijo está ingresado porque se le ha complicado una apendicitis a peritonitis, aunque esté grave y para mi sea lo más importante del mundo acompañarle en esos momentos, da igual. Creo que eso no se considera grave. Te aguantas y punto.

Cada día me asombra más lo poco que tenemos en cuenta a nuestros pequeños y el poco lugar que ocupan en nuestras aceleradas y ocupadas vidas. En vez de adaptarnos nosotros a sus necesidades, les obligamos a adaptarse ellos a unas vidas que no son adecuadas para los niños, (en mi opinión tampoco para un adulto pero esa es harina de otro costal...).

La verdad, entiendo que muchas mamás y papás se vean obligados a presentarse en la consulta de su doctor llorando a moco tendido, porque la situación de tener a un hijo ingresado les abruma y supera de tal manera que no son capaces de realizar sus tareas laborales con el rendimiento adecuado, suplicando una baja porque su estado emocional no les permite trabajar en las mejores condiciones. ¿De verdad todo esto es necesario?. ¿No hay mejor manera de hacerlo?.

De nuevo vuelvo a gritar en silencio desde mi pupitre...



Semana Internacional de la Crianza en Brazos 2012

Hoy finaliza la semana Internacional de la Crianza en brazos, que este año lleva por lema "Porteando una tradición".

Me encantan estas iniciativas y celebraciones, aunque siempre he pensado que cuando algo así necesita ser recordado, es que algo está fallando. Pero es innegable, y sólo hay que salir a la calle y mirar a tu alrededor, o hablar con diez personas elegidas al azar, para darse cuenta de la necesidad de esta iniciativa y de recordar un día tras otro que la mejor forma de crianza y el entorno más feliz para el bebé son los brazos de su mamá.

He querido hacer y mostrar mi pequeño homenaje a esta semana:

- Porque es lo mejor.
- Porque es lo natural.
- Porque es lo que hay grabado en nuestros genes a fuego durante millones de años, lo que nos ha hecho sobrevivir como especie, aunque nos empeñemos en borrarlo.
- Porque como especie altricial que somos requerimos de esos cuidados una vez finalizada la gestación.
- Porque diferentes antropólogos han confirmado que en tribus y culturas en las que se portea a los niños y se les cría en brazos, los bebés apenas lloran y no conocen de la existencia de cólicos del lactante o llanto inconsolable del lactante.
- Y en definitiva, y para no alargar la lista hasta el infinito... Porque desde que nació mi hija, los momentos más felices, placenteros y reconfortantes son los que la tengo en brazos y siento su olor, su calor y su paz.

Paula pasó casi la totalidad de sus seis primeros meses de vida en mis brazos. Apenas la soltaba para ducharme y poco más, sobre todo los tres primeros, en los que era un baile de teta, brazos, cama, sofá y vuelta a empezar. Nunca pensé que me sentiría así, no me hacía falta nada más... Estaba cerquita mío, la sentía tranquila, descansando y saciada de todas sus necesidades. Éramos felices tan sólo así.



Este es un collage que hemos creado, con un gran resumen de todos esos momentos. Me gusta pensar que tú lo hayas disfrutado tanto como lo hemos hecho papá y yo, mi amor.