SEMANA MUNDIAL DE LA LACTANCIA MATERNA-2013




Si echo la vista atrás, me parece increíble que ya hayan pasado 20 meses con sus 30 días, con sus 30 noches desde aquel primer día en que Paula con pocos minutos en este mundo acercaba su boquita al pecho y empezaba a mamar como una leoncita...

Era tannnn pequeñita... Y esa sensación de la primera vez que abrió su boquita, todo lo que sus comisuras alcanzaban, y hacía lo que su instinto le marcaba, lo que su más fiero instinto le decía que hiciera y buscara. Aún recuerdo esa sensación en mi piel, en mi mente y en mis ojos. Espero no olvidarlo por mucho tiempo.

Desde ese momento, y como en su día conté, ha sido una maravilla, ensombrada sólo en ciertos momentos por inseguridades y falta de apoyo y de tribu cercana, que encontré sin duda en los libros y la red. La lactancia para nosotros ha sido un baile de brazos, colecho, mimos y mucho, pero que mucho amor. Los problemas han brillado por su ausencia (y soy consciente de la suerte que tenemos en ese sentido), y el apoyo en ocasiones también. Por esto, tengo que decir que Olé y Olé por ese Papá con Mayúsculas que ha hecho de soporte, sin el que sin duda, nada hubiese sido tan fácil, y que ha hecho de nuestra vida estos meses y de nuestra  lactancia todo un regalo. Te queremos taaaanto.

Este año, el lema de la Semana Mundial de la Lactancia hace mucha referencia a esto último, y me parece fantástico. ¡Desde aquí me uno a ello! ¡APOYO, por favor!. Para todas esas mamás que quieren dar lo mejor para ellas y para sus hijos, por tanto lo mejor también para la sociedad, para nuestra sanidad, para nuestra economía, para el futuro y sobre todo para nuestros bebés. Mucho apoyo, tan necesario en casi todos los casos. Apoyo siempre cercano, siempre continuo y por supuesto oportuno.

Cuando oigo otras historias de lactancia, tan diferentes, en las que oigo palabras como "sacrificio, esclavitud, enganche...", no puedo evitar sentir un poco de pena. Para mí, ha sido y es, algo (además de óptimo y sano para mi bebé por descontado), algo bonito, algo especial, momentos de unión y de complicidad únicos, de reencuentro, de miradas indescriptibles, de sentirme poderosa, de empatía con mi pequeña, de protección absoluta, de liberación... Sí, he dicho ¡de liberación!, en cualquier parte, a cualquier hora, sin previsión ni preparación, le puedo saciar su hambre, su sed, su necesidad de contacto y del acto de mamar. Cuando está enferma, cuando no puede ni quiere tomar otra cosa, el pecho siempre está indicado. Esa sensación, cuando ha estado malita en alguna ocasión y sólo tomaba tetita, de tener la certeza de que estaba recibiendo alimento, defensas, fuerzas que yo le inyectaba veloz y directas a su cuerpecito...

Ahora, y de forma inevitable, a veces pienso en el momento en que la tetita ya no esté. Siento nostalgia, aunque todavía no ha ocurrido. Lo veo más cerca, ahora que a veces ya no pide, ahora que a veces ya no quiere...

Todo a su tiempo, todo en su debido momento, y sobre todo respetando nuestros ritmos. El suyo, el mío, el de papá también.

Gracias Paula, por todo este tiempo. Gracias Papá Burbujita (mi amor, el hombre de nuestras vidas), por todo el cariño y apoyo en los pocos momentos no tan buenos, por cargar con todo y sostenernos sin que nada nos faltase.

Y no me puedo olvidar de dar unas gracias enormes a esa tribu virtual, que sin saberlo, sin conocernos, y desde la distancia; con sus escritos, con sus consejos, su buena información y de calidad, me han transmitido toda la seguridad y fuerza que a veces se te va sin darte cuenta. Gracias a Carlos González por su maravilloso "Un regalo para toda la vida". Gracias también y de nuevo a Matronasur, por aquellos consejos y recomendaciones, por esa gracia y naturalidad al explicarnos lo fácil que es escuchar a tu instinto.

¡GRACIAS, GRACIAS Y MIL GRACIAS. POR EL APOYO CERCANO, CONTÍNUO Y OPORTUNO!

Ahora ya no puedo imaginar lo que sería nuestra crianza sin la lactancia.