El principio del fin

La verdad es que en estos tres añitos de vida de mi pequeña, no me había planteado ni mucho ni poco, cómo y cuándo sería el fin de nuestra lactancia.

Con el paso de los meses y luego de los años, comencé a saber que no sería algo muy forzado ni por supuesto obligado. Pero nada más. Nunca me planteé nada más. Sólo he disfrutado y nos hemos dejado llevar. Nunca sabes las circunstancias que te deparará la vida ni en esto ni en nada, y por tanto lo único que puedes hacer es disfrutar por el camino. Me ha aportado algunos de los momentos más bonitos, íntimos y reconfortantes de mi maternidad. Momentos de reencuentro tras largas horas sin vernos, momentos de curación y de única fuente de consuelo y alimento ante virus y demás parientes, momentos de juegos, de mimos y de risas. Y mucho, mucho más, difícil de explicar con palabras, y supongo que difícil de entender sino has vivido la lactancia como se vive cuando no concibes otra cosa tras el nacimiento del bebé.

Superando cualquier contratiempo o dificultad, de las que no tenemos apenas recuerdos. Atrás quedaron horas de sacaleches encerrada en el coche en el garaje del trabajo, atrás quedaron también algunas críticas y algunas dudas. Nada de eso es lo que perdura. Nada existe y nada nos ha hecho plantearnos abandonar la lactancia, mientras no fuera el momento.

Ahora y casi sin darnos cuenta, le estamos diciendo adiós, o se lo hemos dicho ya. No sabría ni podría asegurarlo. Casi acercándonos al tercer cumpleaños, de la peque y con ella de nuestra lactancia, parece decirnos... "¡Eh, que me hago mayor de verdad!".

El destete, guiado y llevado a cabo exclusivamente por nuestra pequeña bebé, que se nos hace una niña grande, lo está haciendo mejor y con más mimo de lo que nunca hubiera imaginado. Porque si algo siempre tuve claro es que el fin de esta etapa me haría sentir cierta penilla y nostalgia.

Pero de nuevo mi niña me enseña y me da una gran lección del más puro amor, quitándole a su mamá la teta poquito a poco y sin que se entere... ;-) haciendo que no recuerde ya de una vez a la siguiente cuántos días pasaron desde que tomó su tetita por última vez, sorprendiendo de vez en cuando con un "mamá quiero tetita", para probar un poquito, unos segundos y dejarlo estar... Como si no quisiera despedirse del todo, como si entendiera mi necesidad de una despedida muy lentita y cuidadosa. Así es mi niña. Así lo ha hecho o así lo hará.

Así comenzó el fin de esta maravillosa etapa.




A estas alturas, y en estos tiempos...

Ante determinadas cosas, lo único que me viene a la mente es... ¿En serio...? ¿Es posible que aún estemos así...?.

Pues sí, es posible y real como la vida misma. Por mucho que a mí me cabree, me repatee y me requeterepatee... es así de triste y de cierto. Todavía hay algunas personas que tienen problemas con la lactancia de los demás...

Siempre me ha molestado que a l@s que defendemos y promovemos la lactancia materna se nos tache de un montón de cosas nada agradables, y hasta de radicales... Que no digo yo que no haya de todo, que lo habrá... Pero la verdad, no entiendo esas generalizaciones tan ofensivas y tan dañinas.

A mí particularmente, no me da igual con lo que sea alimentado cada bebé, para que negarlo. Me gusta y adoro ver que a un bebé se le alimenta con lo mejor que hay para él en el mundo, que es la leche de su mamá. Pero de ahí, a juzgar, acosar, radicalizar o intentar que nadie cambie de opinión va un mundo... Nunca lo he hecho y nunca lo haré. Si alguien me pregunta por mi opinión, se la doy, sino ni siquiera. Cada familia es un mundo y unas circunstancias, y no seré yo quien se meta en esos jardines. Las razones que cada uno y cada familia tenga para hacer lo que hace es lo principal y siempre, siempre se debe no sólo respetar, sino también comprender y no juzgar.

Pues la verdad, es que lo que yo conozco y veo a mi alrededor habitualmente entre l@s que defendemos la lactancia materna, es algo muy parecido. Respeto, respeto y respeto.

Y entonces, me pregunto... ¿por qué cada poco tiempo tiene que saltar a la palestra una noticia sobre alguna mamá a la que se le ha invitado a dejar de dar el pecho a su bebé en público?... Increíble pero cierto. Y muy triste por cierto.

Para no tener que resumir ni dar mis razones al respecto, voy a copiar literalmente el artículo que Pilar Martínez de Maternidad Continuum nos invita a compartir, que hace un magnífico resumen del porqué resulta una auténtica vergüenza y desfachatez que ocurran cosas así.

Reitero por supuesto algo que también Pilar nos dice y que siempre he pensado en estos casos. ¿?A nadie se le ha ocurrido pensar que las tetas existen y están ahí por un único motivo??. Y no es precisamente para lucir escotes...

Todo al final va a parar a la misma conclusión para mí. Es una cuestión de educación. Es fundamental que vivamos en una sociedad en la que se nos eduque desde pequeños en la naturalidad de la lactancia materna, en que lo natural y lo mejor para los bebés es tomar teta. Cuando, dónde y cómo quiera.

En fin, vergüenza ajena se siente al tener que compartir esto:

Trabajadores del IVAM se inventan unas normas en las que se prohíbe amamantar en sus instalaciones

FACHADA_ivam

Una vez más, una madre es “invitada a marcharse” por el simple hecho de amamantar a su hijo en un lugar público. Desgraciadamente, cada cierto tiempo surgen casos como el que hoy te voy a contar y es algo que me parece indignante.
Según los resultados de la Encuesta Nacional sobre Hábitos de Lactancia Materna, el 43% de las madres lactantes siente dificultades a la hora de dar el pecho en público. ¡El 43%! ¡casi la mitad de las mamás! Por lo que es muy necesario tomar cartas en el asunto.
Copio literalmente el testimonio de esta madre que valientemente está queriendo dar difusión a su caso para que otra madre no tenga que pasar por esa siatuación incómoda:
“Resulta que ayer estaba en el IVAM (museo de arte moderno de Valencia), dando una vuelta con mi familia, y en cierto momento mi hijo me pidió teta. Yo como siempre hago y le explique mama se estaba poniendo la mochila para darle la teta y en cuanto estuve preparada procedí a calmarle con su adorada teta. En ese momento la jefa de sala que estaba a mi lado se dirigió a la guardia de seguridad y ambas vinieron a invitarme a ir al cuarto de baño a darle de mamar a mi hijo. Le pregunte si ellas almorzaban en el baño y que donde estaba escrito que yo no podía darle de mamar a mi hijo. Se fueron a consultarlo y nadie me dio mas explicaciones, Rafa (mi hijo) termino su teta, y luego la otra, y yo seguí esperando una explicación. Al final opte por preguntar y me indicaron que no que estaba en las normas. Baje a recepción pedí las normas y nadie me supo decir donde estaban, así que por supuesto antes de irme pedí el libro de reclamaciones. Llevaré la reclamación a la oficina del consumidor pero no aspiro a que hagan mucho, así que me gustaría que me aconsejarais, porque creo que todos deberíamos poner nuestro granito de arena y este puede ser el mío. Gracias de nuevo.” Verónica González
Me parece increíble (y me sigue sorprendiendo) que a día de hoy sigan ocurriendo estas cosas, estas actitudes criminalizadoras como si esa madre y su hijo estuvieran haciendo algo malo o pecaminoso.
Además, estas trabajadoras dijeron una enorme mentira porque esas normas donde está escrito que no se puede dar el pecho en el IVAM no existen. Ellas simplemente actuaron por iniciativa propia y después no quisieron asumir sus propios prejuicios.

Nos olvidamos de lo primordial

1. Los pechos sirven para amamantar

Las mujeres no tenemos pechos para llevar escotes bonitos, ni para posar en calendarios desnudas, ni siquiera para dar placer sexual. Los pechos están diseñados por la naturaleza para amamantar.
El resto de ventajas de tener pechos es totalmente secundario para la supervivencia del ser humano y como bien dijo mi socia Ruth Giménez en una charla “Si las mujeres no usáramos los pechos para amamantar, con el paso de los años y gracias a la evolución, al final desaparecerían. Igual que han desaparecido muchas otras cosas que los usamos ya no necesitamos”

2. Los bebés comen a demanda

A demanda significa que debe comer cuando quiera, esté donde esté y sea cuando sea. Esto es muy importante para la producción de leche materna, para que el bebé aprenda a autorregular su alimentación y para su salud actual y futura.
De hecho, es algo tan importante que todos los bebés comen a demanda, incluso los que toman biberón. Y todavía voy más lejos….yo creo que todos deberíamos comer a demanda, incluso los adultos.

3. No estás haciendo nada malo

Si una persona se siente incómoda por verte amamantar a tu bebé es SU problema no el tuyo.
Amamantar a tu bebé es el mayor regalo que puedes hacerle, es un acto de nutrición tanto alimenticia como afectiva y quien no lo entienda, que mire para otro sitio.

4. La ley está contigo

España debe cumplir la Convención sobre Derechos del Niño de UNICEF y en ella se dice claramente:
Art. 24.2 Los Estados Partes asegurarán la plena aplicación de este derecho y, en particular, adoptarán las medidas apropiadas para:   e) Asegurar que todos los sectores de la sociedad, y en particular los padres y los niños, conozcan los principios básicos de la salud y la nutrición de los niños, las ventajas de la lactancia materna, la higiene y el saneamiento ambiental y las medidas de prevención de accidentes, tengan acceso a la educación pertinente y reciban apoyo en la aplicación de esos conocimientos.

5. Los pediatras también

Hace poco más de un año, expulsaron a una madre de una conocida tienda de ropa (Primark). Esto fue el detonante de toda una campaña mediática en las redes sociales, varios actos de protesta e incluso la creación de una Asociación que promueve la lactancia en público: Lactancia en Libertad.
En medio de todo este revuelo, la Asociación Española de Pediatría emitió un comunicado muy acertado en el que se explicó la necesidad de los bebés de ser alimentados a demanda y los motivos de por qué no se debe obligar a un bebé a esperar a buscar un “lugar más íntimo” cuando se trata de darle el pecho.
La alimentación al pecho tiene que ser a demanda, es decir, hay que ofrecer el pecho al bebé cuando éste lo pida y durante el tiempo que quiera, hasta que lo suelte espontáneamente.  De este modo se regula la producción de leche según las necesidades del niño
Las salas de lactancia se pensaron para proporcionar a las madres lactantes la opción de disponer de un espacio apartado, íntimo y cómodo para amamantar a su hijo, pero su uso no se ha de entender como algo obligatorio. El objetivo principal de estas salas no debe ser ocultar a las madres que dan el pecho, sino ayudarlas.
Lactar en público no debe ser visto como algo obsceno ni sexual, ni algo que deba ser escondido o restringido. Esta actitud representa un obstáculo para continuar con la lactancia y desanima a las futuras madres que pueden ver modificada su decisión de alimentar al pecho a su bebé por las dificultades sociales que esto conlleva.

¿Qué se puede hacer?

Ayudarnos a difundir este atropello de los derechos de este niño y de su madre.
Si eres expulsada por dar el pecho en público puedes hacer lo mismo que hizo Verónica: mantener la calma, pedir explicaciones y poner una reclamación.
Si te interesa ampliar la información sobre cómo actuar si intenta expulsarte de algún sitio por amamantar, te invito a visitar la web de la Asociación Lactancia en Libertad porque recogen mucha información muy interesante.

Las Emociones Pasajeras...

Creo que nuestra pequeña está descubriendo y experimentando últimamente un torbellino de emociones que ni ella misma a veces controla... Y de eso se trata no...?. De irlo aprendiendo poco a poco... Sin prisas, sin pausa, sin reprimir, sin juzgar y sin esconder ninguna de ellas.

Ninguna es mejor que otra. Todas están ahí, todas forman parte de nuestro mundo y de nuestro yo, y lo mejor es dejarlas salir, con libertad y con la tranquilidad de saber e ir conociendo que todas ellas son pasajeras y que ni una ni otra se quedarán para siempre con nosotros. Esa es para mí la mejor manera de aprender a gestionar esa vorágine de sentimientos que van surgiendo y que vamos conociendo según nos hacemos mayores.

Creo que una parte importante del aprendizaje de la gestión de esas emociones, es saber que llegan y se van, que lo que sentimos es momentáneo y que no será permanente. Irles enseñando y mostrando esto, pienso que les ayudará mucho a conocerse y aceptarse. Y no sólo aceptarse ellos mismos, sino también en la misma medida a los demás.

Se dice contínuamente a los niños, frases como "no llores", "no te enfades", "si lloras me pondré triste" (en el mejor de los casos)... En otros casos peores, incluso amenazas del tipo "si lloras, no te compraré tal o cual cosa", "eres un enfadica", "¡no está bien que seas tan llorón!". La tristeza, la frustración, y casi todo lo que no sea alegría y buen humor no son bien aceptados en nuestra sociedad. Pero debemos ser conscientes de que forman parte de nosotros al igual que cualquier otra emoción. ¿Qué hay de malo en sentirse triste por una enfermedad, un enfado, o cualquier otra cosa?. ¿No es lo más natural del mundo que un niño se sienta triste al separarse de sus papás y quedar al cuidado de personas desconocidas?. A mí me parece algo totalmente normal y sano.

Negar las emociones jamás podrá hacernos bien. Ocultarlo porque está mal visto o porque a otros les hace sentir mal, no hará que dejemos de sentirnos así. Toda esa rabia, tristeza, enfado ¡o incluso alegría a veces! que guardamos y no expresamos queda dentro y lo canalizamos de la manera que cada uno buenamente puede. En el caso de los niños, desgraciadamente no creo que tengan muchas herramientas para hacerlo de un modo sano y adecuado. En el caso de los adultos... muchas veces tampoco y acaban apareciendo en forma de transtornos de ansiedad, estrés, y en definitiva cualquier tema psicosomático.

A mí particularmente no me gusta que si estoy enfadada o triste por algo se me intente despistar, negar o ignorar lo que me pasa. Si necesito llorar, o dialogar sobre algo o lo que sea, prefiero hacerlo y zanjarlo, dejar salir lo que me preocupa y expresar el porqué de mis emociones. Luego te quedas mucho más a gusto y en paz contigo mismo.

Hay veces que simplemente nos sentimos tristes o apagados, y ni siquiera sabemos por qué... No sabemos el motivo principal, no pasa nada. Hagamos caso a nuestras emociones. Que salgan, que cumplan su labor y después se marcharán. Todo pasa...

Últimamente, he notado que Paula, habla y juega con sus propias emociones y estados de ánimo. Está aprendiendo sobre ellos y de ellos, y creo que le hace hasta gracia... Acrecentado todo por el cambio de etapa en su vida, el paso definitivo de bebé a niña, el cambio de amigos, de personas de referencia, su reafirmación como persona independiente... vive día a día un sinfín de sentimientos que a veces ya va controlando y otras sin embargo, le desbordan.

Yo trato de no decirle nunca que no llore, o que no se sienta de esta o de aquella manera, le pregunto cómo se siente, le digo que lo entiendo, que es difícil a veces separarse, que yo también la echo de menos, que la quiero mucho... Y en ocasiones, cuando no sé muy bien cómo actuar, porque a veces también me desborda, guardo silencio a su lado o le doy un abrazo y besos (casi siempre funciona, je je... ;-). En estos días también he tenido mis momentos de desesperación al verla protestar por todo, llorar a cada rato, negarse absolútamente a todo; y a pesar de saber que no deja de ser su manera de gritarle al mundo que lo estaba pasando regular, ha habido momentos en que he decaído, he alzado la voz y le he hecho partícipe de mi desesperación... Más tarde le he pedido perdón, le he dado mil besos y cariños y le he explicado cómo me he sentido y el porqué. Es taaan amorosa... Se muestra comprensiva y parece que te entendiera perféctamente.

Llevamos unos días en que ella misma se ha medio inventado una especie de juego en el que me dice: "Cuando me enfado... (y pone cara y gesto de enfadada)", "Cuando estoy contenta... (y se empieza a carcajear por todo lo alto". Yo la sigo y le pongo ejemplos de otras tantas emociones que a ella no se le ocurren: "cuando tengo miedo..." "cuando estoy cansada...". ¡Y así pasamos unos ratos la mar de divertidos poniendo caras y gesticulando!.

Ha sido un juego que ella solita me ha mostrado, pero que me parece muy positivo, divertido y enriquecedor para ella. Y como decía antes, una buena manera también de comprender y ensayar que las emociones son pasajeras, vienen y se van. Y comprender esto, creo que es la clave. Cuando lleguen hay que dejarles entrar, comprenderlas y tal cual se irán.


Día Mundial de la Lactancia Materna: Un triunfo para toda la vida


Dialactancia_2014



Hace mucho, mucho tiempo... allá por los inicios de este humilde blog, ya escribía sobre cómo era en esos momentos la lactancia de la pequeña Paula, una lactancia que estaba ya más que establecida e instaurada en nuestras vidas. No había hecho más que empezar y ya nos hacía disfrutar de unos de los mejores momentos que he vivido en mi maternidad.

Ahora, dos años después, tengo que decir, con una mezcla de sentimientos bastante curiosa que no sé muy bien describir, que creo que... "mi hija me está destetando..." je je je... Ella va dejando poco a poco de pedir, la mayoría de las veces "no pide, tampoco niega", el famoso "no ofrecer, no negar" que se recomienda cuando las mamás quieren ir retirando poco a poco el pecho por la razón que sea, creo que ella lo hace conmigo ;-). Casi nunca pide, pero cuando yo le ofrezco (dándome cuenta por ejemplo que lleva un par de días sin tomar) ella viene y se la toma.

Así de despacio, así de paulatino y con todo ese cariño... Así está sucediendo, demostrándome una vez más, cómo fluyen las cosas cuando no forzamos, cuando dejamos el mundo andar sin prisas y con pausas.

No sé cuánto durará esto, tampoco sé si será una etapa y de repente volveremos, o si por el contrario será un adiós definitivo... Todavía hay momentos de necesidad pura y dura por ambas partes, necesidad que no me desagrada y que disfruto y agradezco por ahora. Lo que sí es seguro es que ocurra lo que ocurra, la decisión está tomada y el proceso será así, marcado por las dos partes y adaptándonos y respetándonos nuestro nuevo rol y nuestra nueva etapa.

A estas alturas y echando la vista atrás, a veces reflexiono sobre los motivos que llevan a mantener o no mantener una lactancia hasta que acaba por sí misma, y cada vez veo más claro que los grandes motivos y que más peso tienen, no son los grandes beneficios más que demostrados para la salud del bebé, ni la prevención de futuras enfermedades, ni los grandes beneficios más que demostrados para la salud de la mamá, ni los beneficios emocionales, ni la mayor inteligencia que se le atribuye, y así podría hacer una larga lista... Todo eso está muy bien, y te encanta saberlo y leerlo cuando has optado por la lactancia materna, pero la realidad, la verdad verdadera, lo que sin lugar a dudas a mí me ha hecho ni plantearme, ni pensar por un momento en dejar de lactar, ha sido los grandísimos momentos del más puro amor, de la más absoluta complicidad entre mi niña y yo, momentos de reencuentros tras una jornada separadas, momentos de consuelo tras el llanto, momentos de cura tras una caída, de alimentación durante una enfermedad, de necesidad mutua, conexión al mil por cien, momentos de calma en la noche, y miles y miles de preciosos momentos irrepetibles e inigualables.

No lo cambiaría por nada en el mundo... Eso  sí que queda para toda la vida... Eso, ¡sí que no tiene precio!.


El comer es un placer...

Me pregunto en qué momento de los millones de años que cumplimos como especie, en qué preciso intante, ha sido el que nuestros más pequeños descendientes decidieron autoaniquilarse y acabar con la raza humana, y se han unido todos forjando un maquiavélico plan para destruir a la humanidad.

En qué momento decidieron que iban a dejar de comer y anticipar el momento que antes o después ha de llegar, en el que no quedará ni un sólo humano vivo.

Menos mal que estamos aquí nosotros (los adultos), para abrirles esa boquita aunque sea a la fuerza y hacerles comer, ¡por las buenas o por las malas!. No acabarán con nuestra especie, por lo menos no serán ellos.

Bueno, ironías a parte y volviendo al título que nos ocupa, la cuestión es que, la comida debería ser, en el mejor de los casos, un placer; y en el peor, un medio para conseguir el fin de alimentarse y vivir de una forma saludable. Lo que es seguro que NO debería ser nunca, es una guerra, un castigo, una tortura, un chantaje o una pelea.

 Pero así es por desgracia en muchos casos...

Obligar a comer. Decirlo o escribirlo, ya me chirría. Sencillamente me parece una aberración. Presenciarlo, a veces es mucho peor.

Yo no obligo a comer a mi hija, y no sólo no la obligo... Tampoco la chantajeo, ni la engaño, ni hago triquiñuelas de lo más burdas, variopintas e imaginativas para embucharle una cucharadita más.

Y no lo hago, y pienso que nadie debería hacerlo porque:

- Porque confío firmemente en la autoregulación del cuerpo humano. Porque sé que el cuerpo es sabio y si le dejamos, sin presiones, sin agobios, él solito aprende a estar sano y seguir sus ritmos.

- Porque ningún niño sano muere de hambre teniendo alimentos a su alcance.

- Porque creo que la alimentación debería ser siempre a demanda, a demanda de nuestro organismo, tal y como debe ser la lactancia desde el nacimiento.

- Porque opino que una relación sana con la comida, pasa por escuchar al cuerpo y dejarle que decida la cantidad a ingerir, cuándo y cómo. De lo contrario, corremos el riesgo de iniciar una relación de amor-odio con la comida, que puede acabar muy mal, y desembocar en trastornos de alimentación serios.

- Porque me parece una forma de hacer que los niños adquieran su madurez y autonomía, aprendiendo a decidir por sí mismos.

- Porque empatizo con ella, y tan sólo imaginar que en los momentos o días en los que por la razón que sea no tengo apetito, alguien me obligara a engullir lo que quiera que sea que considerase bueno para mí en ese momento, tan sólo imaginarlo me pone los pelos de punta.

- Porque adoro ver cómo disfruta comiendo y probando cosas nuevas, a su ritmo, sin prisas y muy poquito a poco...

- Pero la razón que me parece más importante, la que prima por encima de todas las demás, es que me parece una falta total de respeto hacia su persona. Obligar, chantajear, mentir, amenazar e incluso castigar... Eso es lo que se hace en infinidad de ocasiones para que los niños traguen cosas que no quieren. Me parece una enseñanza nada positiva (te lo comes porque sí, porque yo sé más que tú, y sé lo que te conviene en cada momento...), y nada recomendable.

Como madre, y como supongo les pasa a todos los padres del mundo, por supuesto tengo días en los que ese espíritu protector que a veces nubla hasta la razón, sale a pasear y te cruzan pensamientos de tipo, "qué le pasará, lleva todo el día sin probar apenas bocado, le dolerá la tripa, estará malita, madre mía, se va a quedar en los huesos, no va a crecer, tendrá todas las vitaminas???..." y un largo etc de pensamientos terroríficos y que auguran lo peor, cuando no están comiendo todo lo que pensamos que es lo normal. En fin, no me voy a culpar por ello. Queremos lo mejor, y lo mejor es que estén bien alimentados. Ese tipo de preocupaciones forman parte del pack que te dan cuando eres mamá o papá. Lo cierto es que me atacan poco esos fantasmas, y cada vez menos. Confío en ella, de verdad. Y confío también en nuestro sabio cuerpo.

Siempre hay quien me dice que cuando verdaderamente no quieren comer naaaada de naaaada, ya no puedes confiar tanto... No entraré en eso. Yo sólo digo, que si has creado una guerra con la comida, no puedes extrañarte cuando lo utilicen como arma.

Al final, no es para tanto... La genética es la que hace casi todo el trabajo. No serán más altos, ni más guapos, ni más inteligentes por tomar 2 petis suises en vez de uno o ninguno, ni por tomar 3 cucharadas más del puré de verduras... (¡Por tomar mucha teta sí eh!, no se nos olvide... ;-)

Pero hay cosas que sí que hacemos en casa respecto a la comida, porque considero que ayudan a que desarrolle unos hábitos saludables:

- Intentamos alimentarnos de forma saludable, para que sea lo normal para ella y para que sea esa la alimentación que tiene a su alcance. No olvidemos que aprenden de lo que ven. No me canso de verlo día a día, el ejemplo es la base del aprendizaje.

- Le ofrecemos asíduamente alimentos nuevos para que vaya probando. Sin presiones. Si quiere y le llama la atención en ese momento, que pruebe, y sino, otro día será. Por ejemplo, el caso del tomate natural. Hasta hace poco no quería ni probarlo cuando lo veía en los platos. Desde hace días, que se lanzó, y ahora lo pide cada vez que lo ve :-)

- No le compramos chucherías de forma habitual, e intentamos que no tome alimentos procesados, ni lo que entendemos por comida rápida. Son cosas que no las ve en su día a día y por tanto no suele pedir.

- Si vemos que no quiere más, le preguntamos si ya no tiene más hambre (vaaaaale, es ciertooo... a veces un par de veces, je je...) por aquello de que a veces se despista con otras cosas y parece que no quiere más pero en realidad es que ¡se le olvida que estaba comiendo!. Si dice que no, es que no, y punto. No hay más.

- Respetamos sus ritmos en todo, y con la comida, por supuesto no iba a ser menos. Si le apetecen cosas entre horas, antes o después de comer, cenar, merendar, en fin cuando sea... se lo damos.

- Dejamos y nos gusta que participe de la preparación de las comidas, que entre y salga de la cocina cuando se está preparando la comida, que experimente y vea el proceso de preparación de las cosas. Este año además, con el huerto en casa y con su ayuda, queremos que también sea más consciente del origen de ciertos alimentos, de dónde vienen las cosas que están ahí, en el mostrador del súper.

- Intentamos, al igual que no nos enfadamos cuando no come, no celebrar ni hacer fiestas cuando se termina todo. Aunque como en casi todo, no puedes controlar todo tu entorno... Vive en una sociedad en la que se premia y celebra no dejar ni una miga en el plato (en el cole, la familia...), y la pobreta a veces, cuando ve nuestros platos vacios celebra: "¡Bravo, papá, ha omido todo!".

Se ha hablado y escrito mucho sobre los hábitos de alimentación en los niños. Imprescindible, con humor pero no sin argumentos de peso, como siempre nuestro admirado y querido Carlos González con su "Mi niño no me come". Leerlo te hace ver las cosas desde otro prisma totalmente diferente al que se nos ha inculcado los últimos años, o siglos. Te tranquiliza, te documenta y te deja disfrutar de ver crecer a tu hij@, que por supuesto SÍ que come.

Hasta nuestro villano, el Sr. Estivill se ha atrevido también a meterse en este jardín, cómo no... Se atreve con todo. Ojiplática me quedé hace bien poco, leyendo un artículo en el que describía paso por paso, como aplicar su "dichoso metodito" a los niños para que coman como a nosotros, los adultos, nos viene en gana. No lo describiré, porque es si cabe más esperpéntico y aberrante que el de dormir, que ya tiene lo suyo. El que tenga estómago y ganas, que le pegue un vistacito...

Nosotros, preferimos seguir así, disfrutando, siendo felices, aprendiendo y creciendo con nuestra pequeña, que como sí que come... ;-) de pequeña tiene ya bien poco.




Ser madre es un Plus





Ser madre es un Plus...un homenaje a todas las madres.








"Dependencia"



La dependencia.

Este es un post que tenía escrito a falta de un final desde hace tiempo, y esperando a ser acabado, permanecía en el baúl de las cosas por hacer, que últimamente crece y crece porque mi mente, mis fuerzas y todos mis sentidos están centrados en otras cositas que se están cociendo...

Ahora por alguna razón, lo he querido publicar por fin.

Resulta que estaba yo pensando y reflexionando para mis adentros en esto de la dependencia, (no en la económica, que eso ya daría para otros mil post...), quiénes son dependientes y cómo los tratamos y ayudamos, (o a veces maltratamos y noayudamos) cuando de repente, y para comenzar a escribir, me he conectado a SanGoogle pidiéndole: "Rae", ese súperlibrogordodepetete (qué gracia... el libro gordo de petete), al que recurro en incontables ocasiones cuando escribo, y ¡toma ya definición que me ha dado!:

Dependencia:  Subordinación a un poder mayor.

Vale, que a continuación hay una retahíla larga con más definiciones. Pero lo primerito que te dice es eso.

Y entonces yo digo, ¡ahora lo entiendo todo!. Si por algo se le llama dependencia a la dependencia... Y yo que me encontraba pensando en términos mucho más románticos, en un acto de amor o en el peor de los casos, de solidaridad y empatía.

Y es que los dos grandes grupos de personas dependientes en los que yo andaba pensando eran esos casi siempre grandes olvidados, nuestros mayores y nuestros pequeños. Ocurren cosas muy parecidas en el cuidado a los mayores y a los pequeños.

Son dependientes, de eso no cabe duda. Por múltiples circunstancias, no siempre las mismas, necesitan de otros seres humanos física y emocionalmente para tener una vida digna. ¿Y qué hacemos nosotros en muchos casos?. Pues eso, lo que la Rae dice. Subordinarlos, someterlos y en definitiva, todo menos ponernos por un momento en su lugar, en sus ojos y en sus zapatos. Que no molesten, que se les oiga y se les note lo menos posible, y si puede ser, en lugares "adecuados"... Véase guarderías vs residencias...

 ¿Qué nos pasa?. ¿Qué estamos haciendo mal como sociedad, para que parezca que a la mínima de cambio en que otro ser humano (o ser vivo), tiene de alguna u otra manera menos fuerza, menos tamaño, menos recursos, menos lo que sea... aprovechamos para someterlo, tenerlo bien controlado y anularlo como persona independiente y con los mismos derechos que es?.

Qué pena me da, que una persona por ser mayor o pequeña, pierda completamente su derecho a decidir sobre su vida, a pensar por sí mismo, a no ser sometido a lo que otros quieran. Un niño y un anciano que vive al cuidado de sus hijos, a menudo no es tenido en cuenta para decidir ¡sobre sí mismo!. Quédate ahí, ven aquí, ponte esta chaqueta, quitátela que hace calor, come más, no comas más, bebe agua que hace calor, siéntate, vamos aquí o allí, cállate,... En fin... Son personas que dependen de nosotros por sus circunstancias, y nada más. Merecen TODO el respeto que merece cualquier otra persona.

Para mí, la ayuda o el trato a la dependencia debería ser un acto de amor, de empatía con nuestros congéneres (empatía en el más amplio sentido, ya que todos vamos dando los mismos pasos), de solidaridad. Y también, por qué no, de humildad. Deberíamos vernos reflejados con cada gesto. Ya no lo recordamos, (como bien dice el principito...), pero todos hemos sido niños alguna vez, aunque muchos parecen haberlo olvidado... Y todos, en el mejor de los casos, seremos ancianos alguna vez.

Repetiremos mil veces la misma cosa, no para fastidiar ni por ser pesados, sino sencillamente porque no recordaremos haberlo dicho antes. Inventaremos nuevos recuerdos que ocupen el puesto de los que ya no logramos recordar, unos nuevos que a lo mejor se parecen a los verdaderos o quizá ni siquiera... A lo mejor simplemente nos gustan más. Estaremos emocionalmente más sensibles, lloraremos sin motivo aparente o reiremos porque sí... No pasa nada, nuestros motivos tendremos. Y miles y miles de cosas más, que no debemos juzgar, que debemos respetar, porque son momentos delicados y especiales.

El inicio de la vida o el final de la misma. Es un proceso, hay que aprender a conocerlo y a respetarlo, tal como es, con sus altos y sus bajos, su salud y su enfermedad, sus risas y sus llantos. Estamos perdiendo el instinto, el de súpervivencia de la especie, que cuida y protege a todos sus miembros, la fuerza animal del ser humano que cuida de sus seres más débiles. Lo veo a todas horas y en todas partes.

Sé que he escrito desde el resentimiento, desde el cabreo por ver muchas cosas que veo, pero en esos y estos momentos necesitaba hacerlo así. También sé, que por supuesto no todo el mundo es igual, que hay mucha gente capaz de empatizar y de verse reflejado en la piel de otro, pero es demasiado habitual desde mi punto de vista lo contrario, como para no expresarlo o escupirlo así.

Empatía es la clave en estos casos, eso es lo que pienso. 


En busca del cole perfecto...

El cole perfecto no existe.

Supongo que como todo en esta vida, para gustos los colores, y para gustos los coles. Depende de lo que cada uno busque para el futuro de sus hijos, así encontrará ideal un centro u otro, un tipo de enseñanza u otra. De todo tipo de opiniones me estoy encontrando por el camino. Incluso hasta me encuentro personas que no se guían sólo por lo que prefieran educativamente hablando para sus hijos, sino que se guían por el número de horas que determinado colegio les permita tener dentro a los niños.

"Este cole está hasta las cuatro, este otro hasta las cinco... Aquel de allí tiene actividades extraescolares hasta las seis, que es cuando yo vuelvo del trabajo...".

No quiero eso. Quiero que seamos los tres los que nos adaptemos a esta nueva etapa, y no solamente ella la que tenga que adaptar su horario, su educación y su vida, a nuestros trabajos y a la vida que nosotros nos habíamos creado sin contar con otra persona más, que ahora cuenta y que es mucho más importante que todo eso.

Mi cabeza en los últimos meses no para de dar vueltas y más vueltas, se centra en un único objetivo, el más importante en este momento, de ello dependerán probablemente los próximos doce años de mi hija.

No existe el centro que reúna todas las características que me gustaría. No me puedo permitir la no escolarización anticipada. Y no estoy dispuesta a renunciar a ciertas cosas. Con todo esto voy poco a poco elaborando una lista de prioridades que me permiten ir desmarañando el cacao que tengo en mi cabeza. Escribirlo me hará mucho bien, me ocurre siempre...

- Quiero y no estoy dispuesta a renunciar para mi hija, una enseñanza pública. Las razones las hay a montones. No acabaría... Para mí, la educación no es, ni debería ser nunca una empresa, la educación es un derecho, un bien que todos y cada uno de los miembros de una sociedad deberían defender, perpetúar y poner al alcance de absolutamente todos las personas que habitan en ella. Por más que se empeñen nuestros políticos en deteriorarla cada día más, en reducir al mínimo su dotación, y en hacer que se convierta en una enseñanza de segunda, para ciudadanos de segunda, yo voy a seguir en mis trece, quiero defenderla desde dentro, seguir creyendo que entre todos podemos hacer que sea la educación de calidad y digna que nuestros hijos merecen. Ni siquiera es una cuestión económica, quitaría de donde fuese y como fuese si estuviese convencida que hago lo mejor para ella llevándola a un colegio privado. Es una cuestión de principios.

- Quiero y no estoy dispuesta a renunciar a un horario lectivo intensivo de 9 a 14:00 h. y no partido, teniendo clases por la mañana y por la tarde. Esto es fundamental para mí, y creo que para ella también lo será. Ya veré cómo nos lo montamos, qué horarios me modifico y de donde arañamos, ya veré si tenemos que contar con ayuda de terceras personas o qué narices haremos. Pero esto es algo que está claro, cristalino. Las jornadas maratonianas de cole no serán para nosotros. Son demasiadas horas las que pasan y demasiadas las exigencias que se les piden para lo pequeños que son. Por las tardes tienen sueño, están cansados, se aburren de tanto prestar atención y lo que quieren y necesitan es jugar, aprender a través del juego, compartir tiempo en familia, descansar, hacer nada y todo a la vez...

- Quiero cercanía del centro, lo suficiente para que se pueda ir caminando. Da igual si se tarda un poco más o menos. Pero ese tiempo también es importante. Llegar en coche de puerta a puerta y salir en coche de puerta a puerta de nuevo... no es lo que me gustaría. Creo que les va muy bien ese ratito de caminar al aire libre, correr, ir saltando y mirando mil cosas por la calle, descargar tensiones y energía, compartir camino con algún que otro compañero, moverse, que ya tienen tiempo todo el día de permanecer en espacios acotados y la mayoría del tiempo sentados.

- Quiero seguridad y unas instalaciones  adecuadas que no resulten para ella la inmensidad que mi cabeza imagina para una persona tan pequeñita. Me gustaría que no se les haga todo taaaaan grande. Que sea adecuado y accesible, pensado por y para ellos. Espacios al aire libre, aulas con mucha luz natural y con sitio para moverse libremente, sin agobios.

Además de estas cosas, quiero unas cuantas más. Quiero respeto. Respeto a los ritmos, los físicos, los emocionales y también los intelectuales.

Quiero empatía y acompañamiento. Procesos de adaptación graduales y con cariño.

Me gustaría que el trabajo diario no fuese simplemente establecido mediante unidades didácticas que impliquen sentar a los niños en una mesita a hacer cada día una ficha, que muchas veces les aburre o no les motiva en absoluto. Preferiría más tiempo de juego libre, de actividades que se propongan entre todos y no siempre tan dirigido.

Lo que tengo más claro de todo, es que por encima de expedientes académicos, de enseñanza de idiomas, de que aprendan a leer a los 4 o a los 5, de que sean los mejores en los resultados de no sé qué prueba...es que quiero que sea un lugar en el que sea feliz, que le motiven, que haga amigos, que aprenda a parte de matemáticas, lengua y "cono", valores como el respeto a la diversidad, el valor de la amistad, la solidaridad, la empatía. Estoy convencida de que el resto viene sólo.

Lo que quiero para el futuro de mi hija es que sea feliz, que respete a los demás y a ella misma, haciendo lo que más le guste, aprendiendo, leyendo, conociendo. Me da igual si es arquitecto, médico, actriz, empresaria o malabarista. Ojalá estudie donde estudie, sepan y sepamos transmitirle la motivación por aprender cosas nuevas, por emprender, por crear, porque estoy convencida que es lo que más falta hace en este mundo.

Para cumplir en la medida de lo posible todas estas expectativas valoramos dos opciones. Complicado según algunas mamás me comentan, que te den tu primera elección. Yo prefiero pensar y confiar en que no tod@s tenemos la misma escala de prioridades y de esta manera nos dividiremos entre los diferentes coles cercanos.

Aún me queda una visita a nuestra segunda opción y entrevistarme con la jefa de estudios, para terminar de tomar decisiones y realizar con tembleque la dichosa matrícula...









No sin mi teta, es mi derecho



Estremecedora lectura que compartimos, recomendamos y apoyamos. 

Por Paris, por todas las mujeres.



Lee el post de Paris: No sin mi teta, es mi derecho

#nosinmiteta



El lápiz de los deseos...

El lápiz de los deseos es la obra que tocaba este Sábado, para finalizar el certamen de teatro de nuestra localidad, que llevamos disfrutando desde hace 6 semanas.

Ésta era la última obra del ciclo. Ya sólo queda la entrega de premios. Me encanta el teatro y junto con mi hermana, lo hemos disfrutado mucho. Nuestra burbujita ha disfrutado de largas tardes con papá los sábados, y tampoco lo ha pasado mal.

Ésta además ha sido especial. Era una obra muy familiar. Una obra que trataba muchos temas, de la falta de tiempo en familia que los niños sufren hoy en día, de la saturación de juguetes y cosas que tienen y lo poco que saben disfrutar de las pequeñas cosas, de la naturaleza, de jugar con cualquier cosa usando la imaginación como su mejor aliada.

Hay un abuelo. Un abuelo de la niña protagonista, que vive en el campo y que escribe. Enseña a su nieta en un verano más cosas de las que había aprendido en todos sus años. Disfrutan, ríen, y se dan mucho mucho amor. Amor entre abuelos y nietos. Y un lápiz. Un lápiz muy especial del que la niña no se separará y que le servirá para escribir todos sus deseos.

Mi hermana y yo decidimos pasar el sábado con mi abuela, la llevamos al teatro, merendamos y cenamos juntas, charlamos, nos contamos historias. ¡Hacía tiempo que no la veía tan feliz!.

Los abuelos son muy importantes en la vida de los niños. Y cuando crecen y se crían juntos, siempre dejan una gran huella. En mi mente se han grabado recuerdos preciosos con mi abuela, la Beli, esa mujer que no ha tenido la vida más fácil del mundo, pero que para sus nietos ha sido la mejor abuela que se pueda tener e imaginar. Noches compartiendo cama, mantas, abrazos y achuchones tras ver alguna peli hasta bien tarde que quizá en casa no te dejarían ver, tardes de partidas de cartas (la perejila, el cinquillo, el duro corrido...) alrededor de una mesa camilla, con la compañía de todas sus vecinas, el mejor cocido madrileño que se ha hecho jamás y con menos ingredientes ;-), ¡hasta a algunos de sus trabajos la hemos acompañado! mi hermana y yo correteando e imaginando mil historias por entre las mesas de un bingo cerrado bien temprano por la mañana, mientras ella limpiaba y limpiaba sin quitarnos ojo. Nunca una mala palabra, nunca una regañina, nunca un mal gesto. Siempre risas, abrazos y besos a todas horas. No recuerdo grandes regalos, ni muchos caprichos materiales, pero nosotras llorábamos cada vez que venía a casa y se quería marchar sin llevarnos... a veces consiguiendo con esto que nos llevase colgadas bajo el brazo, bajo la mirada cómplice de mamá que hacía la vista gorda, je je je...

Podría seguir y llenar páginas enteras. Y aún así no llegaría a contar tanto amor y tantos buenos momentos que nos ha regalado.

Ahora necesita que se los regalemos a ella. Se siente mayor y más sóla, y necesita mucho de los que la quieren. Hay que intentar que así sea.

Ójala tuviese un lápiz de los deseos como el de la obra, que hiciese que todos se cumplan mientras los escribo. Porque te deseo muchos, muchos años todavía en nuestra compañía, llenándonos con esas miradas que te hemos visto este fin de semana, y que hacía ya tiempo que no te veíamos.

La semana que viene cumplimos años. Las dos el mismo día. Las dos juntas lo celebraremos y soplaremos las velas.

Gracias mamá por acercarnos y dejarnos disfrutar tanto de una infancia tan cerca de la mejor abuela.

Gracias Beli por tantos y tantos momentos. Eres muy especial.



Te deseo, querida hija...

Muchas veces, cuando te imagino dentro de unos años, caminando por el mundo con tu mochila imaginaria a la espalda, repleta de todas las cosas que te hayan pasado, las que hayas sentido, los acontecimientos felices y los más amargos, todos ellos haciendo de ti la personita en la que te convertirás y de lo que dependerá tu felicidad. Y aunque intento con todas mis fuerzas no tener ninguna expectativa de lo que serás ni de lo que elegirás hacer y no hacer, no puedo evitar tener muchos deseos para ti, deseos que se basan en el ferviente empeño de intentar que logres tu felicidad plena, ayudándote a desarrollarte como la persona única en el mundo que eres, que hagas en cada momento lo que creas más oportuno, siempre desde el respeto y la empatía, que no te dejes llevar por los preceptos que nos vienen ya marcados de lo que se supone que está bien o está mal, por lo que "todo el mundo hace", lo que se ha ido convirtiendo en lo correcto, tan sólo porque sí.

Por eso, cuando pienso en ti, querida hija, tengo millones de buenos deseos y tan sólo una herramienta para hacer que se cumplan, el ejemplo que cada momento y cada día tratamos de ser en tu vida.

Deseo de todo corazón y con todas mis fuerzas mi pequeña...

- Que seas desobediente. Obediencia, que palabra tan fea y tan empleada para hablar de las virtudes que debe tener un niño. Deseo que no obedezcas nunca a nadie, deseo que actúes siempre según tus principios y que como mucho tomes los consejos cuando lo necesites, de las personas que te quieran, y pienses siempre en el porqué de seguir una norma o actuar de una determinada manera.

- Que no respetes a las personas mayores. Espero hija mía, que respetes siempre a todas las personas y seres vivos. A los mayores, a los pequeños y también a los medianos.

- Que no seas aplicada en el cole, para tener un buen futuro. Deseo de corazón que seas aplicada en cualquier lugar, en cada cosa que te propongas y que cada día de tu vida no pierdas nunca las ganas y la ilusión por aprender y conocer cosas nuevas.

- Que no te comas todo lo que te han puesto en el plato, si no tienes más ganas. Espero que la alimentación sea para ti un placer y una manera de saciar tus necesidades y no más.

- Que no te estés quieta. Que te muevas, que saltes, que corras, que bailes, que juegues hasta no poder más.

- Que no conjuntes la ropa y los colores como se nos ha dicho que pega más, sino como más te venga en gana. Que no vistas por apariencias y otras cuestiones raras. Que uses la ropa para tu comodidad, tu gusto y tu diversión. Me muero de amor y de risa, cuando te veo cómo disfrutas ya desde tan pequeñita, jugando a ponerte y quitarte zapatos, y a ponerte bailarinas de brillantina con pijama y chandal, je je... ;-)

-  Que no aceptes como válido y cierto nada porque sí, ni porque lo diga yo, ni porque lo diga papá, ni porque lo diga nadie. Que te cuestiones cada cosa que te digan, que leas, que escuches, que veas. Eso siempre te hará aprender y mejorar.

- Que no dejes que se te coaccione, ni se pongan límites a tu imaginación, a tus proyectos y a tus metas.

- Que no dejes que la ambición dirija toda tu vida.

- Que no pierdas nunca la capacidad que tienes ahora de disfrutar de los pequeños momentos. De un besito al despertar, de un pedacito de queso recién cortado, un paseo hasta la plaza en tu triciclo, de esas primeras sensaciones, como la de la arena de la playa en tus pies...


En definitiva querida hija, te deseo que seas muy feliz. Que no dejes que nadie te imponga lo que tienes que hacer por ningún motivo, ni porque sea más mayor, ni porque tenga más estatus, ni porque sea de diferente sexo, color o altura.

Que rías, sueñes, llores, bailes, te enamores, que viajes y disfrutes la naturaleza, leas, aprendas y aprendas y nunca pierdas la ilusión por aprender más y más.

Para ello tengo plena confianza en ti, mi amor. Confío en la buena persona que eres y serás. Y en las buenas decisiones que seguro aprenderás a tomar. Confío en que sabrás apreciar lo que te hemos transmitido desde que naciste, las ventajas y las bondades de tratar con respeto, de dar amor por encima de todo, de intentar ante todo ponerse siempre en el lugar del otro, antes de juzgar, antes de decir, antes de hacer.


Los llantos ignorados

¿Por qué está tan normalizado y aceptado socialmente el llanto infantil?.

En su día, ya hablé sobre el llanto en esta entrada, cuando reflexionaba sobre la inmunidad que parecen tener en las guarderías ante el llanto y las lágrimas.

Yo personalmente cada día lo llevo peor.

En la guarde de Paula, hace unas semanas que se ha incorporado un niño nuevo. Sólo asistirá dos días en semana, y el pobre llora casi todo el tiempo (según cuenta la cuidadora). Cuando llego a buscar a Paula y está él, su carita de pena me parte el corazón. Pregunta por su mamá y llora, pero ninguna de las cuidadoras parece verse afectada (con esto no quiero decir que no lo estén, es sólo que me choca la capacidad de abstraerse de ello; yo no puedo evitar acercarme y acariciarle y decirle que sus papás volverán pronto). Paula me mira y le mira con carita triste, se acerca y le da un beso. Yo me derrito viendo que mi hija con lo pequeñita que es, tiene esa capacidad de empatizar con el dolor de un semejante y la bondad y sensibilidad para asistirle y cuidarle. Se siente mal e intenta remediar; no le gusta ver a otros niños o bebés llorar. Da besitos a las páginas de libros o cuentos en las que aparecen personajes con caras tristes.

Definitivamente, deben ser los años y la sociedad los que van endureciendo los corazones y haciendo que determinadas cosas pasen a un segundo plano.

Ójala tú nunca nunca pierdas esa condición mi amor... La condición de la empatía, de ponerse en el lugar de otro que sufre, e intentar remediar y sanar lo que le pase. Ójala...

En los centros comerciales, mercados o tiendas, o incluso parques concurridos, a menudo presencio situaciones que puedo jurar me hacen sentir peor que mal, y me revuelven por dentro. Niños que lloran y lloran y que no son escuchados por nadie... Al menos, eso parece porque nadie se inmuta. Muchas veces sentados o tumbados en sus carritos o sillitas, sin que sus padres muestren la más mínima intención de atender ese llanto.

¿Qué se puede esperar?... Si ya desde ciertos libros de gran tirada y que te venden como escritos por alguien "de reconocido prestigio", recomendados a diestro y siniestro hasta por la vecina del quinto, ya se nos insta a dejar llorar a nuestros hijos sin problema alguno, y ¡no pasa nada!, hasta que vomite si es necesario... ¡No, si encima será que es por su bien!.

No es que los libros y opiniones me parezcan un motivo para justificar esas situaciones, ¡nada más lejos!. Cada cual es responsable de sus hijos y de su crianza. Y cada cual elige entre toda la información que está a su alcance, lo que más le conviene. Es simplemente que trato de buscar porqués... ¿Será que lo que está más al alcance y más cerca, es la información que tiraniza a los niños, y los convierte poco menos que en pequeños diablillos contra los que tenemos que iniciar una lucha constante para que no se nos suban a las barbas y nos tomen el pelo?... Puede ser...

Puede ser también que en los últimos siglos, lo que se ha fomentado haya sido esa forma de crianza en la que el llanto es algo malo y que por tanto debe ser extinguido a base de ignorarlo. Que como buena psicóloga que soy, y habiéndome empollado como la que más la "modificación de conducta" de quinto, sé de primera mano que para extinguir una conducta no deseada (véase en este caso el llanto), no has de hacer más que retirar el refuerzo que la sigue (véase en este caso la atención prestada).

Pero el amor tan grande e incondicional que toda madre o padre siente por un hijo, ¿no es suficiente para replantearnos toda esta historia y preguntarnos, si realmente están en lo cierto todos aquellos que promulgan lo malos y tiranos que son nuestros hijos, que sólo quieren tomarnos el pelo, y por eso debemos ignorarles cuando lloren o monten rabietas?. ¿De veras no vale la pena replantearse por qué un niño llora, qué le ocurre, qué le ha molestado o qué necesita?. Sin duda, merece la pena, por lo menos cuestionarse todo lo que sabemos hasta ahora sobre educación y crianza. El futuro (por lo menos el emocional), de nuestros hijos es el que está en juego. Nada más y nada menos.

Para mí, y creo que ya lo he dicho en otros momentos, es una cuestión de empatía y de conocimiento del desarrollo intelectual y cognitivo de los niños. Nadie nace sabiendo todo, de todo. Hay que ir aprendiéndolo o desaprendiéndolo con los años. Pero qué diferentes serían las cosas si cada adulto fuese capaz de conocer qué es capaz y qué no es capaz de hacer un niño a una determinada edad, qué se puede esperar, dependiendo del momento de desarrollo en el que se encuentre. Intentarlo al menos no es tan difícil.

Los adultos del mañana son niños a los que se les ha enseñado que el llanto es incómodo, que es algo malo, que debe ser ignorado y que por mucho que hagan y por muy mal que se sientan, no se les va a hacer caso. En mi cabeza todo esto se mezcla peligrosamente y se me ocurren términos como indefensión aprendida, depresión... términos muy relacionados y que dan para hablar largo y tendido, pero eso será otro día y otro momento. Todos esos males que llegan un día, y muchas veces no se sabe por qué.

Lo que más me duele es que también aprendan que el resto tampoco haremos nada. Que viven en una sociedad en la que es normal que un bebé o un niño vaya llorando, sin que sus papás ni nadie le hagan caso. Que está aceptado socialmente y que los demás han de callar al verlo, porque al fin y al cabo... "son sus padres y no te puedes meter...". Eso me duele, y mucho... Tanto que a veces he mirado mal a algunos papás que estaban ignorando (o cosas peores) a un niño que lloraba. Y he mirado mal, por no buscar un enfrentamiento verbal, en el que seguro llevo las de perder (lo cual me importa bastante poco), pero lo peor, ese niño o niña también.


Esta mañana leí este post, sobre este tema, en el gran blog "En minúsculas", y algo se removió en mí. Es verdad, no hay que callar, hay que romper el silencio y decir que ESTÁ MAL.

Así que me senté y me puse a escribir lo que siento desde hace mucho y siempre callo.