El lápiz de los deseos es la obra que tocaba este Sábado, para finalizar el certamen de teatro de nuestra localidad, que llevamos disfrutando desde hace 6 semanas.
Ésta era la última obra del ciclo. Ya sólo queda la entrega de premios. Me encanta el teatro y junto con mi hermana, lo hemos disfrutado mucho. Nuestra burbujita ha disfrutado de largas tardes con papá los sábados, y tampoco lo ha pasado mal.
Ésta además ha sido especial. Era una obra muy familiar. Una obra que trataba muchos temas, de la falta de tiempo en familia que los niños sufren hoy en día, de la saturación de juguetes y cosas que tienen y lo poco que saben disfrutar de las pequeñas cosas, de la naturaleza, de jugar con cualquier cosa usando la imaginación como su mejor aliada.
Hay un abuelo. Un abuelo de la niña protagonista, que vive en el campo y que escribe. Enseña a su nieta en un verano más cosas de las que había aprendido en todos sus años. Disfrutan, ríen, y se dan mucho mucho amor. Amor entre abuelos y nietos. Y un lápiz. Un lápiz muy especial del que la niña no se separará y que le servirá para escribir todos sus deseos.
Mi hermana y yo decidimos pasar el sábado con mi abuela, la llevamos al teatro, merendamos y cenamos juntas, charlamos, nos contamos historias. ¡Hacía tiempo que no la veía tan feliz!.
Los abuelos son muy importantes en la vida de los niños. Y cuando crecen y se crían juntos, siempre dejan una gran huella. En mi mente se han grabado recuerdos preciosos con mi abuela, la Beli, esa mujer que no ha tenido la vida más fácil del mundo, pero que para sus nietos ha sido la mejor abuela que se pueda tener e imaginar. Noches compartiendo cama, mantas, abrazos y achuchones tras ver alguna peli hasta bien tarde que quizá en casa no te dejarían ver, tardes de partidas de cartas (la perejila, el cinquillo, el duro corrido...) alrededor de una mesa camilla, con la compañía de todas sus vecinas, el mejor cocido madrileño que se ha hecho jamás y con menos ingredientes ;-), ¡hasta a algunos de sus trabajos la hemos acompañado! mi hermana y yo correteando e imaginando mil historias por entre las mesas de un bingo cerrado bien temprano por la mañana, mientras ella limpiaba y limpiaba sin quitarnos ojo. Nunca una mala palabra, nunca una regañina, nunca un mal gesto. Siempre risas, abrazos y besos a todas horas. No recuerdo grandes regalos, ni muchos caprichos materiales, pero nosotras llorábamos cada vez que venía a casa y se quería marchar sin llevarnos... a veces consiguiendo con esto que nos llevase colgadas bajo el brazo, bajo la mirada cómplice de mamá que hacía la vista gorda, je je je...
Podría seguir y llenar páginas enteras. Y aún así no llegaría a contar tanto amor y tantos buenos momentos que nos ha regalado.
Ahora necesita que se los regalemos a ella. Se siente mayor y más sóla, y necesita mucho de los que la quieren. Hay que intentar que así sea.
Ójala tuviese un lápiz de los deseos como el de la obra, que hiciese que todos se cumplan mientras los escribo. Porque te deseo muchos, muchos años todavía en nuestra compañía, llenándonos con esas miradas que te hemos visto este fin de semana, y que hacía ya tiempo que no te veíamos.
La semana que viene cumplimos años. Las dos el mismo día. Las dos juntas lo celebraremos y soplaremos las velas.
Gracias mamá por acercarnos y dejarnos disfrutar tanto de una infancia tan cerca de la mejor abuela.
Gracias Beli por tantos y tantos momentos. Eres muy especial.