... Y el mundo se paró

 


Reflexiones de un confinamiento:

Y se pararon nuestras vidas. Pero la realidad es que no se pararon, por suerte. Tan sólo se paró la vida tal y como la conocíamos




Nuestra vida sigue, aquí, entre estas cuatro ....


paredes. Y aquí estamos nosotros, ante nosotros mismos con todas nuestras alegrías, nuestras penas, nuestro pesimismo u optimismo. Y con NUESTROS MIEDOS. Sin escapatoria, y sin posibilidad de huir. Que es lo que solemos hacer a veces con todas nuestras idas y venidas, nuestras prisas, nuestros días llenos a tope de actividades y tareas siempre por hacer, y siempre con un plazo. Detrás de todo eso nos refugiamos y nos engañamos.

Pero ahora no. Ahora no hay plazos. Todo ha quedado postergado para más tarde. ¿Para cuándo?. No se sabe. Parece que todo lo urgente no lo era tanto, lo que no podía esperar, resulta que sí puede esperar, como ya imaginábamos pero no lo hacíamos... Cuántas veces he sentido que necesitaba parar, dejar todo y parar. Pero claro, no podía ser... por mil razones que nos autoimponemos. Y resulta que, como por arte de magia y de la forma que menos hubiésemos deseado, resulta que todo para. Que sí se podía. Y que lo único que importa ahora es que las personas no mueran. Que es lo verdaderamente importante, pero que se nos olvida a veces.

Como cuando sientan a algunos niños a pensar. "Cuando lo hayas pensado te levantas". Y ahora yo siento que nos han encerrado y que nos vemos aquí, encerrados con nuestros pensamientos, nuestros miedos, nuestra angustia, nuestros nervios a veces. ¡Y qué duro! ¿no?...

Mi amiga perdió a su padre en el inicio de todo esto. Y no pudimos ni darle un abrazo... Qué dolor tan grande. Qué poco sentido todo lo demás... Qué momentos tan duros.

Yo propongo encontrarse con uno mismo. Y con todo esto que nos está cayendo encima. Y no disfrazarlo todo de positivismo. Propongo dar rienda suelta a nuestras sombras, y escuchar qué nos dicen y qué nos gritan. Y llorarlo, y transitarlo también. A ratos en calma, a ratos sin ella. Amarnos y abrazarnos a nosotros mismos para cuando todo esto acabe abrazar bien fuerte a otros. A los que estamos echando tanto de menos. Porque si algo está claro, es que necesitamos unos de otros. Si antes estaba claro, ahora va a estar cristalino.

Cosas que aprendí en este confinamiento:

- Que me llevo bien conmigo misma.
- Que mi hija me sigue enseñando cada día el valor de lo importante, de estar juntos y que es feliz tan sólo con tenernos. No necesita nada más.
- Que el papel higiénico podía convertirse en un elemento muy importante para muchas personas.
- Que amo el mar, el campo, pasear, ver los árboles y disfrutar de un rayo de sol en la calle, pero amo más compartirlo con los seres que quiero. Si no puedo compartirlo, igual puedo aguantar sin ello...
- Que nuestras vidas son frágiles y que somos ecodependientes, algo que no se nos acaba de meter en la cabeza.
- Que el sistema educativo aún está lejos de entender a cada alumno como un ser único, con necesidades únicas y con fortalezas únicas.
- Que mi hogar funciona de maravilla sin horarios establecidos, que aprovechamos el tiempo al máximo, que no nos aburrimos ni un minuto y que incluso en tiempos de tanta incertidumbre, miedo, ansiedad y dolor en ocasiones... encontramos la manera de mantener la mente tranquila y equilibrada.

Estas son sólo algunas que me vienen enseguida... ¿Qué cosas has aprendido tú...?. Cuéntanoslas. Nos va a encantar poder compartirlas.