El principio del fin

La verdad es que en estos tres añitos de vida de mi pequeña, no me había planteado ni mucho ni poco, cómo y cuándo sería el fin de nuestra lactancia.

Con el paso de los meses y luego de los años, comencé a saber que no sería algo muy forzado ni por supuesto obligado. Pero nada más. Nunca me planteé nada más. Sólo he disfrutado y nos hemos dejado llevar. Nunca sabes las circunstancias que te deparará la vida ni en esto ni en nada, y por tanto lo único que puedes hacer es disfrutar por el camino. Me ha aportado algunos de los momentos más bonitos, íntimos y reconfortantes de mi maternidad. Momentos de reencuentro tras largas horas sin vernos, momentos de curación y de única fuente de consuelo y alimento ante virus y demás parientes, momentos de juegos, de mimos y de risas. Y mucho, mucho más, difícil de explicar con palabras, y supongo que difícil de entender sino has vivido la lactancia como se vive cuando no concibes otra cosa tras el nacimiento del bebé.

Superando cualquier contratiempo o dificultad, de las que no tenemos apenas recuerdos. Atrás quedaron horas de sacaleches encerrada en el coche en el garaje del trabajo, atrás quedaron también algunas críticas y algunas dudas. Nada de eso es lo que perdura. Nada existe y nada nos ha hecho plantearnos abandonar la lactancia, mientras no fuera el momento.

Ahora y casi sin darnos cuenta, le estamos diciendo adiós, o se lo hemos dicho ya. No sabría ni podría asegurarlo. Casi acercándonos al tercer cumpleaños, de la peque y con ella de nuestra lactancia, parece decirnos... "¡Eh, que me hago mayor de verdad!".

El destete, guiado y llevado a cabo exclusivamente por nuestra pequeña bebé, que se nos hace una niña grande, lo está haciendo mejor y con más mimo de lo que nunca hubiera imaginado. Porque si algo siempre tuve claro es que el fin de esta etapa me haría sentir cierta penilla y nostalgia.

Pero de nuevo mi niña me enseña y me da una gran lección del más puro amor, quitándole a su mamá la teta poquito a poco y sin que se entere... ;-) haciendo que no recuerde ya de una vez a la siguiente cuántos días pasaron desde que tomó su tetita por última vez, sorprendiendo de vez en cuando con un "mamá quiero tetita", para probar un poquito, unos segundos y dejarlo estar... Como si no quisiera despedirse del todo, como si entendiera mi necesidad de una despedida muy lentita y cuidadosa. Así es mi niña. Así lo ha hecho o así lo hará.

Así comenzó el fin de esta maravillosa etapa.