Hace poco, una compañera se ha incorporado al trabajo en mi oficina, tras su justita, estricta y ridícula baja maternal de 16 semanas, dejando a su hijo en la guardería sin cumplir aún los 5 meses, casi 10 horas seguidas. Y esto, contando con esa "gran ayuda" a la lactancia de poder salir una hora antes, tras esto, serán casi 11 horas. Un bebé que ni siquiera ha llegado a cumplir la edad en la que diferentes organizaciones internacionales relacionadas con la infancia y la salud, recomiendan que se alimente exclusivamente de la leche de su madre.
Pero dejando a un lado el tema de la alimentación, yendo un poco más allá... Cuando las compañeras nos acercamos a darle la bienvenida y un abrazo a su llegada, me encuentro con que muchas de las mujeres que allí se encuentran, al preguntar por el bebé y por dónde pasará las horas que su mamá estará en la oficina, con el afán de animar o ve tú a saber con qué fin la verdad... sueltan un "pero si ellos no se enteran hombre!!". Mis ojos son como platos.
La propia mamá secunda la afirmación. "Claro!, cuando son tan pequeños no se enteran, ellos están tan felices...".
¿De verdad?... ¿De verdad alquien puede pensar que un bebé que no alcanza el medio año de vida, le da igual estar con su mamá, a la que ama, adora y conoce hasta por el olor que desprende, que con adultos desconocidos, y un buen número de bebés que están en su misma situación y que todos por igual demandan atención continua?.
Claro que se enteran. Por supuesto que se enteran. Y no sólo se enteran, sino que a veces sienten miedo, abandono, estrés, y muchas otras sensaciones nada agradables para ellos, que no entienden nada bien qué está pasando y por qué su madre, que hasta ahora estaba casi 24 horas a su lado, de repente desaparece de su lado para ir a quién sabe dónde.
Lo sé, es duro soportar estas otras afirmaciones, para las que hemos tenido que escoger la opción de la guardería, y digo escoger por decir algo, puesto que en la mayoría de los casos, no hemos tenido más opciones. Pero el hecho de que sea duro no implica que debamos negarlo o inventar cuentos chinos. No será más fácil por el hecho de decir lo contrario.
Recordemos que ellos aún no tienen noción del tiempo. Cuando su mamá desaparece de su vista, ellos no saben si será por un rato, por muchas horas o por toda la vida... No entienden que luego volverá, antes o después, pero volverá.
¿Que se adaptan?. Por supuesto que lo hacen. Con mayores o menores consecuencias, pero se van adaptando, cada uno con sus pobres y escasos recursos, a la nueva situación. Van añadiendo figuras de apego y acostumbrándose a que mamá tiene que irse, pero las reacciones pueden ser de lo más variopintas y pueden darse en cualquier momento. Simplemente, hay que entenderlo, respetarlo y acompañarlo. Es así de simple.
Sino hay más remedio, no lo hay, y punto. Pero negarlo, ignorarlo o trivializarlo, no sólo me parece inadecuado e inútil, sino que me parece una falta total de empatía hacia ese bebé que está pasando seguramente por uno de sus peores momentos en su corta vida.
Con este tipo de afirmaciones y pensamientos, nos estamos haciendo flaco favor a padres, madres y bebés. Deberíamos en lugar de eso, reclamar una verdadera ley de conciliación de la vida familiar, y no esta birria que tenemos, que ni siquiera se acerca a lo que sería lo ideal y saludable, y que no tiene en absoluto en cuenta a ninguna de las partes implicadas, desembocando todo eso, en una sociedad un poco peor, menos empática y que no apoya ni se preocupa por los que son el verdadero futuro de dicha sociedad.