Las rutinas ¿mito o realidad?...

Ya no nos queda nada para que comience el cole. Un par de días escasos...

Escucho por todas partes las ganas que tienen casi todos los padres y madres de que sus hijos empiecen las clases. Pero más que por las clases, ¡por las rutinas!... Las dichosas rutinas.

A todas horas y por todas partes, "la importancia de las rutinas en los niños". En boca de todo el mundo y en infinidad de artículos, bajo mucha palabrería, pero sin un sólo atisbo de premisa científica que avale todas esas afirmaciones.

A mi mente viene una frase que leí no hace mucho por las redes, que decía algo así como, "si crees que la aventura es peligrosa, prueba la rutina. Es mortal". Venía citada por Paulo Coelho (no sé con certeza si es suya).

Y entonces, ¿por qué tanto amor a las rutinas en los niños, así en términos generales?. Yo pienso que es muy sencillo, es simplemente una cuestión de comodidad para los adultos. Yo me levanto muy temprano, por lo tanto, me va fenomenal que ni niñ@ se acueste también muy temprano para que podamos dormir ambos. Y hasta ahí, todo perfecto.

Necesitamos descansar. Eso está claro. TODOS. Los niños y también los adultos. Y si nos levantamos pronto, y tenemos días llenos de actividad, el cuerpo te pedirá pronto ir a descansar. A mí particularmente, no me importa si un día es a las 9 y otro día a las diez menos veinticinco. Si un día me ducho en la mañana y otro por la noche. O si un día no hay ducha ni baño, porque sencillamente no nos apetece. Bufffff... A veces creo que nos complicamos la vida más de lo deseable.

"Los niños necesitan rutinas", me decían el otro día. ¿Necesitar???. ¿Los niños???. ¿Por qué van a necesitar tal cosa?... No será que en nuestras ajetreadas vidas nos viene muy bien establecer una serie de horarios (más o menos estrictos dependiendo de lo estricto que sea cada cual) para que todo fluya más o menos en orden?.

Y ahora digo yo, que eso qué narices tendrá que ver con las necesidades de un niño. Lo que más me hace gracia es que a menudo la gente habla de la necesidad de los niños de vivir bajo un régimen de rutinas, como si fuese algo absolútamente general, casi casi impuesto por código genético. Y lo siento, pero por ahí sí que no paso. Hablan de imponerles rutinas desde que son bebés. Existen incluso libros que "te enseñan" a poner rutinas a tus hijos desde bebés.

A mí esto, sencillamente me parece un horror. Y nada respetuoso para ellos, que son personas, diferentes, individuales y únicas, con unas necesidades diferentes en cada caso. Con todo esto, lo que podemos hacer es establecer unos hábitos de vida en familia, que se adapten un poco a las necesidades de todos y respetando todas ellas. Poco a poco, y a medida que tu bebé vaya creciendo, te vas dando cuenta de sus preferencias, sus necesidades... ¿Que habrá niñ@s que les encanten las rutinas y horarios y se sientan incómodos ante los cambios...?. Puede ser. Así como habrá otros que todo lo contrario, y otros que ni fu ni fa...

Lo que sí está claro, es que un bebé lo que necesita es sentirse seguro, y que eso lo consigue a través del contacto directo con su figura de apego, su calor, su alimento cercano en todo momento para tomarlo cuando le plazca y poder descansar también cuando le plazca.

Creo que las necesidades son nuestras. Y ni siquiera nuestras, son las que nos hemos impuesto por nuestras organizadas y ajetreadas vidas. Que nada tiene que ver con que un ser humano, grande o pequeño necesite rutinas. Yo, por ejemplo no las necesito en absoluto, incluso me molestan a veces.

Desde luego, quien piense que un niño necesita rutinas para sentirse feliz y seguro, no ha visto a mi hija, perfectamente sana, ser la felicidad personificada viviendo en verano, sin horarios, sin actividades impuestas, correteando todo el día medio en pelotas y haciendo casi casi lo que le viene en gana a cada momento.






La competitividad en los niños.

A menudo y en casi todos los ámbitos en los que nuestros hijos conviven se fomenta, de manera consciente o inconsciente la competitividad. En la propia casa y entre la familia a veces se fomentan estas actitudes. En la escuela especialmente, con sus calificaciones y sus sistemas de premios y castigos, esto es incluso más evidente.

Desde casa y a veces sin darnos, o dándonos cuenta, caemos en la competición por quién llega primero, quién come más, quién es más alto o más fuerte... Ellos, desde su inocencia, caen de pleno en el juego y compiten aún sin saber muy bien por qué.

No me gusta. Por más que he buscado, no he logrado encontrar evidencias científicas ni a favor ni en contra de inculcar y fomentar la competitividad en los niños desde edades tempranas. He de decir que me hubiese encantado encontrar alguna evidencia, por ínfima que fuese, que me diera la razón, que dijese que la competitividad lleva a la comparación, de ahí a la frustración, a los sentimientos negativos, falta de autoestima, ansiedad, incluso violencia. Todo eso, yo lo meto en un mismo saco y lo que sale no me gusta.

Para mí, es sólo una cuestión de sentido común. Yo lo veo tan claro...

Esta semana en el cole, están en pre-vacaciones y organizan un montón de actividades que se salen un poco de su norma habitual y en las que invitan a todos los papás que quieran y puedan ir. Ayer les sacaron fuera del cole e hicieron una carrera. Una súper carrera para los más peques y al ganador de cada clase se le entregó un grannnn trofeo.

Los demás, por supuesto, con 4 años en el mejor de los casos, y en el peor como en el caso de Paula, con 3, se quedan mirando sin ni siquiera un reconocimiento por el esfuerzo y la participación. No lo veo, la verdad... A Paula parece que le dio un poco igual la verdad. Pero había niños que se enfadaron, que incluso salieron con cara larga y disgustados. No me extraña. ¿De verdad hay necesidad de esto...?. Transmitirles el gusto y el placer del deporte y la actividad física me parece perfecto, pero aún son pequeños para entender el perder y el ganar, la competición como tal.

Y es que si desde pequeños fomentamos la competición en cualquier ámbito, como la escuela, que desde mi punto de vista debería estar libre de cualquier comparación, entramos en un círculo que se perpetuará en la edad adulta y que genera que nos pasemos la vida midiéndonos con el prójimo y hasta con nosotros mismos. Esto, nos hace infelices. Pero eso sí, genera una sociedad competitiva y por tanto, consumista de todo lo habido y por haber, todo por ser mejor en cualquier cosa.

A veces, les hacemos competir y les medimos y comparamos hasta en las cosas más absurdas. Ni siquiera en algo importante para ellos como su nivel de felicidad... Cosas como, a qué edad comienzan a dar los primeros pasos, las primeras palabras, si comen cuatro o diez cucharadas más que su primito que es 3 meses más pequeño, si sacan mejores notas que su hermano...  ¿No es ridículo?. ¿De verdad, son tan importantes todas estas cosas...?.

No me valen argumentos del tipo de que hay que prepararles para la edad adulta y el mundo de los mayores, en el que se les va a exigir competitividad día a día y destacar y ser los mejores. Lo siento, no me vale. Cada cosa a su tiempo por favor.

¿Quién se lo va a exigir?. Y ¿por qué?. Y ¿realmente es útil?, ¿para qué?. Yo no le encuentro el beneficio, ni la utilidad. No quiero que mi hija crezca midiéndose con sus compañeros, ni se prepare para ello en el futuro. El futuro es hoy. Eso es lo único que cada día tengo más claro. Y lo único que deseo es que se ocupe de ser feliz día a día y por el camino.  Despacio, y sin presiones de ningún tipo.

Debemos despojarnos de todas esas medidas y comparaciones. Crear una sociedad y un mundo en el que no haya que ser mejor ni tener más que el de al lado para ser feliz, en vez de cambiar a nuestros pequeños su desarrollo natural para que se adapten al mundo que hemos creado. Conozco de forma cercana ejemplos de escuelas que fomentan la colaboración y la no competitividad y funcionan de maravilla. No filas, no concursos, no evaluaciones comparativas, juegos de colaboración y apoyo mutuo. Pienso que los niños de esta manera se sienten más parte de un todo, en el que si uno gana, todos ganan y que si uno falta, no están completos.

Imagino un mundo así para los adultos y me maravilla la simple idea.





Por supuesto que se enteran...

Hace poco, una compañera se ha incorporado al trabajo en mi oficina, tras su justita, estricta y ridícula baja maternal de 16 semanas, dejando a su hijo en la guardería sin cumplir aún los 5 meses, casi 10 horas seguidas. Y esto, contando con esa "gran ayuda" a la lactancia de poder salir una hora antes, tras esto, serán casi 11 horas. Un bebé que ni siquiera ha llegado a cumplir la edad en la que diferentes organizaciones internacionales relacionadas con la infancia y la salud, recomiendan que se alimente exclusivamente de la leche de su madre.

Pero dejando a un lado el tema de la alimentación, yendo un poco más allá... Cuando las compañeras nos acercamos a darle la bienvenida y un abrazo a su llegada, me encuentro con que muchas de las mujeres que allí se encuentran, al preguntar por el bebé y por dónde pasará las horas que su mamá estará en la oficina, con el afán de animar o ve tú a saber con qué fin la verdad... sueltan un "pero si ellos no se enteran hombre!!". Mis ojos son como platos.

La propia mamá secunda la afirmación. "Claro!, cuando son tan pequeños no se enteran, ellos están tan felices...".

¿De verdad?... ¿De verdad alquien puede pensar que un bebé que no alcanza el medio año de vida, le da igual estar con su mamá, a la que ama, adora y conoce hasta por el olor que desprende, que con adultos desconocidos, y un buen número de bebés que están en su misma situación y que todos por igual demandan atención continua?.

Claro que se enteran. Por supuesto que se enteran. Y no sólo se enteran, sino que a veces sienten miedo, abandono, estrés, y muchas otras sensaciones nada agradables para ellos, que no entienden nada bien qué está pasando y por qué su madre, que hasta ahora estaba casi 24 horas a su lado, de repente desaparece de su lado para ir a quién sabe dónde.

Lo sé, es duro soportar estas otras afirmaciones, para las que hemos tenido que escoger la opción de la guardería, y digo escoger por decir algo, puesto que en la mayoría de los casos, no hemos tenido más opciones. Pero el hecho de que sea duro no implica que debamos negarlo o inventar cuentos chinos. No será más fácil por el hecho de decir lo contrario.

Recordemos que ellos aún no tienen noción del tiempo. Cuando su mamá desaparece de su vista, ellos no saben si será por un rato, por muchas horas o por toda la vida... No entienden que luego volverá, antes o después, pero volverá.

¿Que se adaptan?. Por supuesto que lo hacen. Con mayores o menores consecuencias, pero se van adaptando, cada uno con sus pobres y escasos recursos, a la nueva situación. Van añadiendo figuras de apego y acostumbrándose a que mamá tiene que irse, pero las reacciones pueden ser de lo más variopintas y pueden darse en cualquier momento. Simplemente, hay que entenderlo, respetarlo y acompañarlo. Es así de simple.

Sino hay más remedio, no lo hay, y punto. Pero negarlo, ignorarlo o trivializarlo, no sólo me parece inadecuado e inútil, sino que me parece una falta total de empatía hacia ese bebé que está pasando seguramente por uno de sus peores momentos en su corta vida.

Con este tipo de afirmaciones y pensamientos, nos estamos haciendo flaco favor a padres, madres y bebés. Deberíamos en lugar de eso, reclamar una verdadera ley de conciliación de la vida familiar, y no esta birria que tenemos, que ni siquiera se acerca a lo que sería lo ideal y saludable, y que no tiene en absoluto en cuenta a ninguna de las partes implicadas, desembocando todo eso, en una sociedad un poco peor, menos empática y que no apoya ni se preocupa por los que son el verdadero futuro de dicha sociedad.


Besos Libres, niños libres

Me sumo a la preciosa y sobretodo necesaria iniciativa que ha lanzado BeaMamádeDos, para lograr una infancia llena de Besos Libres. Hay luchas que nunca deberían existir. Y ésta es una de ellas. Por lo obvio que debería resultar que a NADIE, y cuando digo nadie quiero decir NADIE, ni siquiera los niños (parece que a veces se nos olvida), se le debería obligar, o presionar, o insistir, o coaccionar para que de muestras de cariño a otra persona.

El cariño y el amor deberían ser espontáneos y siempre motivados por un verdadero sentimiento de amor o cariño. De hecho, para los niños es así. Ellos no entienden de chantajes ni besos robados ;-). No sienten la necesidad aún, de "quedar bien con nadie ni aparentar".

Yo esto lo tengo claro. Yo sólo beso y abrazo a quien quiero. Y por tanto, espero y quiero lo mismo para los demás.

Pero, ¿qué pasa cuándo son los demás los que reclaman besos?, los que chantajean, los que insisten o coaccionan?. No me gustan los chantajes para conseguir NADA, pero para conseguir gestos de cariño... eso no tiene nombre...Es difícil mostrarse contundente ante esto. Cuando es otra persona la que le pide besos a nuestros hijos e incluso llegan al chantaje emocional o material, a la insistencia... no queremos hacer sentir mal a esa persona o tememos resultar antipáticos o ariscos. Pero en estos casos, estamos olvidando lo más importante, que es cómo se sienten los pequeños. Y como digo, es complicado, porque como adultos tenemos muchos convencionalismos sociales, que nada tienen que ver con el cariño verdadero. A menudo creo que no se le da la importancia que tiene, pero un beso o un abrazo, requiere contacto físico, requiere expresar un sentimiento, y me parece de suma importancia que los niños desde pequeños tengan muy claro que eso sólo se hace CUANDO CADA UNO QUIERE.

Me quedo con el texto, extraído del blog de Pilar de Maternidad Continuum, imprescindible y muy revelador. Para reflexionar sin duda:

“Cuando forzamos a los niños a someterse al afecto no deseado para evitar ofender a un familiar o lastimar los sentimientos de un amigo, les enseñamos que sus cuerpos en realidad no les pertenecen porque tienen que dejar a un lado sus propios sentimientos sobre lo que se siente bien para ellos”, dijo Irene van der Zande, cofundadora y directora ejecutiva de Kidpower Teenpower Fullpower International (Poder total de niños y adolescentes), una organización sin fines de lucro especializada en enseñar seguridad personal y prevención de la violencia."


Por besos, abrazos, cariños libres en la infancia